jueves, 9 de junio de 2011

ORACION CONTEMPLATIVA o CONTEMPLACION

ORACION CONTEMPLATIVA o
CONTEMPLACION

En este tipo de oración el orante no razona, sino que trata de silenciar su cuerpo y su mente para estarse en silencio con Dios.

La oración de silencio o contemplativa ha sido descrita detalladamente en las obras de dos Doctores de la Iglesia: Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.

La búsqueda en nuestro interior o interiorización se fundamenta en un dato de fe: Dios nos inhabita, somos "templos del Espíritu Santo" (cf. 1 Cor 3, 16).

“Entra", dice Santa Teresa, porque tienes "al Emperador del cielo y de la tierra en tu casa ... no ha menester alas para ir a buscarle, sino ponerse en soledad y mirarle dentro de sí ... Llámase recogimiento porque recoge el alma todas las potencias (voluntad, entendimiento, memoria) y se entra dentro de sí con su Dios".

La oración de silencio es un movimiento de interiorización, en la que el orante se entrega a Dios que habita en su interior. Ya no razona acerca de Dios, sino que se queda a solas con Dios en el silencio, y Dios va haciendo en el alma su trabajo de Alfarero para ir moldeándola de acuerdo a Su Voluntad.

La contemplación consiste en ser atraído por el Señor, quedarse con El y dejarle que El actúe en el alma.

La contemplación, según Santo Tomás, es una anticipación de la Visión Beatífica. Es vivir de manera incompleta y sólo por un instante lo que Dios vive eternamente.

Sea la contemplación o sean gracias místicas que pueden darse en este tipo de oración, son don de Dios. Por ello, no pueden lograrse a base de técnicas. Ni siquiera son fruto del esfuerzo que se ponga en la oración, sino que como don de Dios que son, El da a quién quiere, cómo quiere, cuándo quiere y dónde quiere.

A Santa Teresa se las daba por cantidad a Santa Teresita por poquitos. Decía ella “por charquitos”.

Dios es libérrimo y se da a su gusto y decisión: un día puede darnos un regalo de contemplación y al día siguiente podemos sentir la oración totalmente insípida. Dios es el imprevisible por naturaleza: no podemos prever lo que nos va a dar. Casi siempre nos sorprende.

Buscar a Dios en la oración de silencio depende del orante. Recibir el don de la contemplación depende de Dios. Dice Sta. Teresa: "Es ya cosa sobrenatural ... que no la podemos procurar nosotros por diligencias que hagamos".

Pero cuando deseamos ahondar un poco más en la adoración, el Espíritu Santo puede darnos un poco de consuelo, haciéndonos sentir su Amor, su consentimiento, sus gracias.

Es muy importante tener en cuenta que las gracias místicas que puedan derivarse de este tipo de oración no son su verdadero fruto, ni siquiera son necesarias para obtener ese fruto.

En la contemplación somos instruidos por el Espíritu Santo de manera especial, en silencio, aún sin ver ni oír nada. Si es Voluntad Divina, el Espíritu Santo puede regalarnos gracias especiales de visión o de escucha, hasta de olfato. Pero las gracias verdaderamente importantes no están en esas experiencias sensoriales, que son consentimientos del Señor y que no son indispensables para avanzar en la oración.

El fruto verdadero de la oración (vocal, mental o contemplativa) es:

ir descubriendo la Voluntad de Dios para nuestra vida.
irnos haciendo dóciles a la Voluntad de Dios.
llegar a que sea la Voluntad de Dios y no la propia la que rija nuestra vida: nuestra voluntad unida a la de Dios, o sea, la “unión de voluntades” de que habla Santa Teresa.
Un error común es creer que ésta, que es la oración más elevada, está reservada sólo para unas poquísimas almas escogidas, generalmente monjas o monjes de claustros y comunidades contemplativas. Ese concepto le encanta al Enemigo, que no quiere que seamos verdaderos orantes.

La oración de silencio, de recogimiento, de contemplación es para todo aquél que desee buscarla. Santa Teresa de Jesús dice que la oración contemplativa es la "Fuente de Agua Viva" que Jesús promete a la samaritana y que la promete para "todo el que beba de esta agua no volverá a tener sed" (Jn 4, 13). No dice el Señor que la dará a unos y a otros, no.

COMO MEDITAR (oración mental o meditación)

La meditación es un trabajo intelectual con el que se busca mover la voluntad hacia un mejoramiento espiritual.

La meditación está ordenada hacia la contemplación. De tal manera que, si estando en meditación, el Espíritu Santo nos da la gracia de recogernos en silencio o de darnos contemplación, no podemos tratar de seguir meditando.

No podemos decirle al Espíritu Santo: “un momentito, pues estoy haciendo mi meditación”. El Espíritu Santo es nuestro guía en la oración. Hay que dejarle a El hacer lo que quiera, cómo quiera, cuándo quiera y dónde quiera… aunque no completemos la media hora o la hora que hayamos previsto para la meditación.

Es lo mismo que cuando se está rezando el Rosario. Si sentimos el silencio de recogimiento ¡para eso también es el Rosario! No hay que insistir en seguir repitiendo Ave Marías.

Hay que saber que la finalidad de la oración vocal y de la meditación es el recogimiento y la contemplación. Allí en recogimiento es que mejor puede el Alfarero actuar en el alma.

En la meditación cristiana contemplamos por medio de representaciones mentales y/o lecturas, algún pasaje de la Sagrada Escritura, (Lectio Divina) o alguna verdad de nuestra Fe, o alguna faceta o momento de la propia vida, para tratar de descubrir en la meditación la Voluntad de Dios para sí.

Si se usa la Biblia, lo normal es usar sobre todo el Nuevo Testamento, pero no debe descartarse el Antiguo, que ayuda a comprender mejor el Nuevo. “Ignorancia de la Escritura es ignorancia de Cristo”, decía San Jerónimo (traductor de la primera Biblia -la llamada Vulgata- al Latín común o vulgar). Y cuando hablaba de la Escritura, él se estaba refiriendo al Antiguo Testamento.

Dice el Catecismo de la Iglesia Católica que la MEDITACION es sobre todo una búsqueda, en la que la persona trata de comprender el por qué y cómo de la vida cristiana para responder a lo que el Señor le pide (cfr. #2705).

El Padre Marie Dominique Philippe, op, dice de la meditación: “es muy buena si tenemos tiempo para dedicarle y, ordinariamente hay que mantenerla. Si podemos consagrar cada semana una o dos horas para leer (y meditar) la Escritura, es excelente”.

Según el último Manual de Indulgencias, se puede lucrar Indulgencia Plenaria por la lectura de la Biblia durante media hora. Se puede aprovechar mejor esta lectura, por supuesto, si se hace en forma de meditación o lectio divina.

TIPOS DE ORACION VOCAL

Petición
Intercesión:
Cuando la oración de petición se hace por otra u otras personas, se convierte en Oración de Intercesión.

Para poder estar a tono con la Voluntad Divina, también en nuestra oración de petición y de intercesión es bueno usar frases como éstas (cfr. Isabel de la Trinidad, o.c.d): "Si permites, Señor, la curación de ... me darías ¡tanta alegría!" "Si es Tu Voluntad que se realice esto ... te estaría ¡tan agradecido!" "Lo que Tú creas, Señor, es lo mejor para ..." "Aquí estoy delante de tí, Señor, y sabes que sufro por ..." "Señor, Tú sabes que ... está sufriendo por ... y con amor te lo encomiendo".

No se le impone al Señor. No se le exige. Se es gentil con El, como El es con nosotros.

Arrepentimiento:
Es el comienzo de una oración en verdad, pues nos coloca en nuestra realidad de pecadores que somos y desde esta realidad clamamos perdón a Quien hemos ofendido.

Típico de la oración de arrepentimiento es el EXAMEN DE CONCIENCIA, que nos lleva a ver en qué hemos faltado.

No debe faltar cada noche, además del que hacemos muy brevemente en la Liturgia Penitencial de la Misa.

Para tomar conciencia de nuestras faltas, aún aquéllas pequeñas, esta pregunta ayuda en el examen porque nos enfoca la conciencia: ¿Qué hice hoy que no lo hubiera hecho Jesús?

Reparación:
Oración de desagravio por pecados propios, de otros, o de la humanidad. Ejemplos: el Acto de Desagravio al Santísimo Sacramento. La Cruzada Permanente de Oración por los errores y herejías del "New Age" contiene un Acto de Desagravio, referido a todos estos errores que van contra la divinidad de Nuestro Señor y pretenden destruir la Fe de Su Iglesia.

Acción de gracias:
Todo acontecimiento y toda gracia del Señor pueden traducirse en un acto de acción de gracias. "En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios en Cristo Jesús quiere de vosotros" (1ª Tes.5, 18).

¡Tanto recibimos del Señor! Cosas que conocemos, cosas que no conocemos y cosas que ni siquiera podemos imaginar.

Alabanza:
La alabanza es la forma de orar que reconoce de manera más directa que Dios es Dios.

Está en línea directa con la adoración, porque reconozco quién es Dios y quien soy yo. Se le alaba por El mismo, se le da gloria no por lo que hace, sino por lo que El es. De entre las formas de oración vocal, la de alabanza es una de las más elevadas. (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica #2639)

LAS JACULATORIAS pueden ser oraciones de adoración y alabanza. Son oraciones cortas, fervientes, desde nuestro corazón hacia Dios. Pueden tener fórmula fija (como la frase de un salmo) o ser frases espontáneas.

San Juan de la Cruz habla de ACTOS ANAGOGICOS, que sonsubidas del corazón hacia Dios. Y se recomiendan como preparación a una oración profunda. Concretamente recomienda actos de Fe, Esperanza y Caridad (Virtudes Teologales).

Comenzar con Actos de Fe: creo que estás presente, que te voy a recibir. Acto de Fe, una fe viva, consciente, real: Señor, sé que no eres una cosa (una hostia) … eres una Persona que quiere unirse a mí.

Continuar con actos de Amor: te amo, Señor, te necesito. Eres mi todo. Quiero amarte como Tú me amas. Quiero recibir todo el Amor que desees darme, para amarte a Ti y amar a mis hermanos con tu Amor.

Estos actos anagógicos recomendados por los Directores Espirituales Carmelitas suelen tener un efecto similar al de las Comuniones espirituales. No puede dejar de cambiar un alma que así ora al Señor.

Oración de entrega (Adoración)
Es una oración de entrega a la Voluntad de Dios, de abandono en Dios y en sus planes.

Es también oración de adoración al Señor, en la cual nos reconocemos como lo que somos: sus creaturas, totalmente dependiente de El, aceptando todo lo que disponga para nuestra existencia.

Oración de entrega indispensable es el Ofrecimiento del día cada mañana y el ofrecimiento de uno mismo en el Ofertorio de la Santa Misa.

OFRECIMIENTO DEL DIA:

Te ofrezco, Señor, este día. Soy tuyo, el día es tuyo. Haz conmigo lo que quieras. “Aquí estoy, Señor, para hacer tu Voluntad” (1 Sam 3, 4).

Oración en lenguas:
Es la más elevada oración vocal, pero es don de Dios, no podemos orar en lenguas por esfuerzo personal. Es una oración en que, no sabiendo nosotros orar como conviene, "el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables" (Rom 8, 36). Es el Espíritu Santo orando en nosotros sin saber nosotros qué decimos. Es una gracia especial del Espíritu Santo, que San Pablo lista entre los Carismas, pero es el único Carisma que no está orientado para el provecho de los demás, sino hacia uno mismo.

LA ORACIÓN VOCAL

Dice el Catecismo de la Iglesia Católica (#2704): "La oración vocal es la oración por excelencia de las multitudes ... se hace interior en la medida que tomamos conciencia de Aquél "a Quien hablamos" (Sta. Teresa de Jesús).

Dicha en adoración, la oración vocal puede a la larga convertirse –si Dios así lo desea- en contemplación. De allí que pueda decirse que la oración vocal es una vía hacia la oración contemplativa.

Cuando los discípulos le piden a Jesús que les enseñe a orar, El les enseña una oración vocal: el Padre Nuestro. Y, si bien los Evangelios nos muestran a Jesús orando en soledad y en silencio, también nos lo muestran elevando su voz al Padre, es decir, haciendo oración vocal (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica #2701).


TIPOS de ORACION VOCAL:

Petición:
Como la oración de petición suele ser causada por un anhelo que deseamos se cumpla o por un plan que deseamos se realice, o por una necesidad que deseamos sea satisfecha, a veces parece que no fuera escuchada.

Y, realmente, la oración de petición puede tener tres respuestas de parte de Dios: Sí, No o más tarde.

Sucede que a veces pedimos cosas que no nos convienen y que no coinciden con lo que Dios desea para nosotros. "Pedís y no recibís, porque pedís mal", nos advierte el Apóstol Santiago (St. 2,3). Y San Pablo también insiste en esta idea: "Nosotros no sabemos pedir como conviene" (Rom.8,26).

Casi siempre pasamos por alto las palabras tan importantes del Padre Nuestro: “Hágase tu Voluntad así en la tierra como en el Cielo”. Es por ello que el Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que es necesario orar para poder conocer la Voluntad de Dios (#2736). "El Evangelio nos invita a conformar nuestra oración con el deseo del Espíritu" (#2756).

Por eso dice San Juan: "Estamos plenamente seguros: si le pedimos algo conforme a Su Voluntad, El nos escuchará" (1ª Jn.5,9). Y el mismo Señor nos dice: "Pedid y se os dará ... vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan" (Mt.7,7-11). Pero para pedir "cosas buenas" es menester conocer la Voluntad de Dios. Es cierto que Jesús nos ha dicho: "Pedid y se os dará" (Mt.7,7 - Lc.11,9), pero también nos dijo: "Vuestro Padre sabe lo que necesitáis" (Lc.12,30). En todo caso, nuestra oración de petición debe siempre estar sujeta a la Voluntad de Dios: "No se haga mi voluntad, sino la Tuya" (Lc.22,42 - Mc.14,26).

COMUNION ESPIRITUAL:

Una oración de petición que está entre las cosas buenas que seguramente el Señor nos quiere dar es la Comunión Espiritual.

Recordemos lo que decía Santo Tomás de las dos clases de alimentación eucarística: sacramental y espiritual. De cómo sin la actitud espiritual de anhelo de unión con Cristo, no se recibía adecuadamente la gracia de una verdadera comunión.

Apliquemos esto a la Comunión Espiritual. Tradicionalmente se ha considerado la Comunión Espiritual como un premio de consolación: no puedo comulgar sacramentalmente, entonces hago una Comunión Espiritual.

Hay conciencia de un cierto valor en esta oración, pero hasta la frase ven al menos espiritualmente, implicaba que no era una Comunión real.

Pero, pensándolo bien, la Comunión Espiritual no es primordialmente una sustitución de la Comunión Sacramental, sino más bien anticipación y extensión de sus frutos.

Hay Santos que nos dan ejemplo de esto. San Maximiliano Kolbe, además de recibir la Eucaristía, hacía visitas frecuentes al Santísimo Sacramento: hasta diez veces al día. Esto no fue suficiente para él. Y, siguiendo a San Francisco de Sales, decidió hacer Comuniones Espirituales cada 15 minutos.

Como Santo Tomás de Aquino, Kolbe insistía que las gracias de la Comunión se reciben de acuerdo a nuestra condición espiritual y de acuerdo a nuestro deseo de unión con Dios.

Y, como Dios siempre otorga nuestro deseo de unión con El (ésa es una de las cosas buenas que El quiere darnos) es fácil concluir que las gracias de la Comunión no están limitadas a la Comunión sacramental. “A veces”, dice San Maximiliano, “la Comunión espiritual puede traer las mismas gracias que la sacramental”.

Kolbe no se está refiriendo a una sustitución de la Comunión Sacramental, sino a una adición a la misma, a través de Comuniones Espirituales.

Hay que hacer la salvedad de que las Comuniones espirituales deben siempre tener la Comunión sacramental como meta.

Hay que alimentarnos sacramental y espiritualmente. Pero, mientras la Comunión sacramental tiene un límite (excepcionalmente, dos veces diarias), la Comunión espiritual puede repetirse cuantas veces uno quiera durante el día.

La Comunión sacramental nos une a Dios. La Comunión espiritual nos prepara para esa unión y nos mantiene unidos a El.

Nuevamente a través de los místicos el Señor aclara esta dicotomía entre los dos tipos de Comunión:

Santa Catalina de Siena se había comenzado a cuestionar si sus Comuniones espirituales tendrían un verdadero valor, comparándolas con la Comunión sacramental. El Señor se lo aclaró en una visión. De repente vio a Cristo sosteniendo dos cálices. Y le dijo: “En este cáliz dorado coloco tus Comuniones sacramentales. En este cáliz plateado coloco tus Comuniones espirituales. Ambos cálices me son muy agradables”.

A otra mística, Santa Faustina Kowalska, Jesús Misericordioso le comunicó esto: “Si practicas el santo ejercicio de la Comunión espiritual varias veces al día, en un mes verás tu corazón completamente cambiado”.

Si tomamos en cuenta estos argumentos y sobre todo estos testimonios místicos, notaremos que cualquier momento es bueno para una Comunión espiritual.

Los momentos de alegría, las distracciones, las tentaciones, las ansiedades, las contrariedades, el comienzo o el final de una actividad son una buena excusa para una Comunión espiritual. Son recordatorios de la necesidad de renovar nuestra relación con Dios y de encontrarme con El en lo profundo de mi alma.

Otro místico, San Juan María Vianney, el Cura de Ars, decía: “Una Comunión espiritual actúa en el alma como un soplo de viento en una brasa que está a punto de extinguirse. Cada vez que sientas que tu amor por Dios se está enfriando, rápidamente haz una Comunión espiritual”.

LA ORACIÓN PERSONAL

La oración personal puede tener muy variadas formas, y aunque hay oraciones más elevadas que otras, cualquier tipo de oración agrada al Señor, y la oración que utilice cada persona depende mucho de su personalidad, del llamado que Dios la haga y de las gracias que Dios le otorgue. Depende de cada uno -es cierto- responder lo mejor posible a ese llamado y a esas gracias que vienen del Señor.

ERRORES EN LA ORACION

Es bueno ver lo que nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica (#2726) sobre algunos conceptos erróneos que pueden haber en torno a la oración personal:

Considerar la oración como un monólogo y no un diálogo:
Es cierto que la oración es conversar con Dios, pero la conversación implica diálogo: no puedo hablar sólo yo. Orar no es tanto hablar nosotros a Dios, ni mucho menos hacerle exigencias, sino más bien guardar silencio ante El, tratando de descubrir Su Voluntad, cuáles son Sus Planes para nuestra vida. Ya Jesucristo nos aconsejó así: "Al orar no multipliquéis las palabras ... pensando que por mucho hablar seréis atendidos" (Mt.6, 7).

Creer que la oración es sólo un esfuerzo personal:
Si bien es cierto que hay que desear orar y que hay que proponerse orar con toda la asiduidad que nos sea posible y "sin desfallecer" como nos dice el mismo Jesucristo. El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que "la oración viene también del Espíritu Santo". En realidad, es el Espíritu Santo Quien hace la oración en nosotros, o mejor: es la oración en nosotros (cfr. Isabel de la Trinidad, Carmelita Descalza venezolana ya fallecida).

FORMAS DE ORACION PERSONAL:

a. VOCAL - esfuerzo personal

b. MENTAL - esfuerzo personal

c. CONTEMPLATIVA - gracia divina

Aunque Sta. Teresa hace la diferencia entre las tres formas de Oración Personal, también es cierto que las considera íntimamente relacionadas entre sí. "Toda oración vocal, si se reza como hay que hacerlo, es ya y es antes oración mental” ... Considera que la oración vocal puede ser camino para la contemplación: "Es muy posible que estando rezando el Paternoster os ponga el Señor en contemplación perfecta". Y, característica de su humor y hasta ironía dice a los "enemigos de los contemplativos": "no penséis que estáis libres de serlo si las oraciones vocales rezáis como se han de rezar".

Y recomienda siempre volver a la oración vocal cuando surgen las distracciones, las arideces, etc.

No podemos olvidar que lo que hace la oración, sea vocal o mental, provechosa y agradable a los ojos de Dios es la actitud de adoración. La adoración es el telón de fondo de cualquier escenario de oración. La adoración es el hilo conductor de nuestra oración.

Para poder recibir al Señor en la oración, tenemos que entrar en sintonía con El, tenemos que sintonizar como se sintoniza una estación de radio-comunicación. Para sintonizar, nos silenciamos y adoramos. El que la estación transmita o no, ya es Voluntad Divina. Pero estamos seguros que la estación siempre está allí, siempre se nos escucha.